Inmigración

Andrés estaba buscando ayuda para conseguir una visa para su esposa Eva.
Vio un anuncio en el periódico local,  publicado por un agente de viajes que hacía trámites de inmigración.
Cuando Andrés la llamó, la agente le prometió que podría ayudarlo.
Ella quería el certificado de nacimiento de Eva,  algunos otros papeles, y dinero por sus servicios.
Andrés y Eva le dieron todo lo que les pedía, y esperaron... y esperaron... Cuando la llamaron, no respondió.
Y siempre estaba muy ocupada para verlos.
Finalmente, Andrés habló con un abogado, él descubrió que el tipo de consultor de inmigración al que había recurrido, no podía ayudarlo legalmente con sus trámites de inmigración.
De hecho, a veces sólo complican más las cosas. El abogado logró recuperar los papeles de Eva,  antes que la consultora los entregara.
Andrés y Eva tuvieron suerte: al final, solamente perdieron algo de dinero, pero no perdieron la oportunidad de inmigrar de Eva.
Eva todavía tenía tiempo para presentar la solicitud de su visa, y encontraron un abogado que sí podía ayudarlos.
Pero Andrés estaba muy arrepentido de haber tirado su dinero.